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Esta es una ruta costera por una de las áreas menos industrializadas del concejo de Gijón. Es una buena opción tanto para que los habitantes de la ciudad puedan alejarse del bullicio de la urbe como para los que llegan desde fuera. Todos pueden disfrutar en este recorrido de zonas verdes, pedreros y playas, a un paso de la ciudad.
Aunque podría pensarse que la cercanía a Gijón puede restar posibilidades a la hora de observar fauna costera, la verdad es que aún podemos encontrar aquí numerosas especies animales que eligen este rincón para pasar parte o la totalidad de sus vidas. Los pedreros dan cobijo a una variada fauna de aves e invertebrados, un disfrute al alcance de todo aquel que muestre curiosidad en buscarlos.
El mapa interactivo incluye los puntos más interesantes para la observación de fauna, con información sobre las especies más frecuentes. Si contamos con prismáticos es muy recomendable llevarlos.
Se ha de tener en cuenta que esta ruta está descrita como una travesía, es decir que el punto de llegada es diferente al de partida y que a ambos se puede llegar en coche. Si no se dispone de dos vehículos, el regreso se habrá de realizar por el mismo camino, pero debemos de tener en cuenta que la longitud se duplicará y que la dificultad se puede incrementar.
El Rinconín-La Providencia
Iniciamos la ruta en el paseo de El Rinconín, desde donde empezaremos a caminar hacia el este, hacia La Providencia. Subiremos por el camino que discurre cercano a varias esculturas, desde La Madre del Emigrante (Popularmente conocida como la Lloca del Rinconín) hasta la cadena que surge del suelo titulada Solidaridad, de Pepe Noja.
En marea baja el pedrero queda al descubierto a nuestra izquierda. Este hábitat denominado intermareal, por quedar entre mareas, es de los más ricos del litoral.
Llegamos a la pequeña península de El Campín, en la que encontramos una fuente y bancos para sentarse, y algo después la Casa de Rosario Acuña, todo un símbolo del feminismo de principios del siglo XX. Veremos también la escultura de Los Díes Fuxíos de Antonio Manzano en El Cevigón.
Caminamos ahora hacia la playa de Peñarrubia, a la que la ruta no baja, ya que sube por el acantilado que le da nombre. Esta denominación es debida a que al atardecer el sol tiñe de rubio la roca Jurásica de la Formación Rodiles.
Al coronar la subida, si nos sentimos fatigados podremos descansar cómodamente en la próxima área con fuente que encontraremos. Si proseguimos entonces llegaremos al parque de San Lorenzo en la península de La Providencia.
Este saliente costero se interna en el mar y es el mejor punto del recorrido para observar a los alcatraces que en otoño e invierno vuelan, como imponentes flechas blancas, hacia el oeste rumbo a las costas africanas.
La Providencia-Playa de Serín
Desde La Providencia y el parque de San Lorenzo, siguiendo los senderos del propio parque empezamos a separarnos ligeramente del borde del mar para ganar algo de altura. Debemos transitar durante algunos metros por un tramo asfaltado que da acceso a algunas casas de la zona. Ascenderemos por una cuesta empinada para en un breve trecho llegar a un nuevo mirador, que está orientado hacia el este y nos permite divisar la playa de Serín, con acceso peatonal y que es aún refugio de pequeñas lanchas.
Playa de Serín-Playa de La Ñora
Desde la playa de Serín y continuando nuestra andadura hacia el este nos esperan pequeñas calas de arena y cantos, como la Cagonera, llamada así por los restos que dejan las gaviotas en la arena, o la playa de Estaño, y muy cercano a nuestro destino, la playa de La Ñora.
Podemos bajar a la playa de Estaño por un desvío que nace a la izquierda. Después, la senda discurre paralela a la carretera, bajando hasta el conocido como pozo del cura, un hoyo erosionado por el mar. La senda sube y después llanea acercándonos a la playa de La Ñora a la que se baja por un camino empedrado que al final atraviesa un pequeño arroyo, donde terminaremos nuestra ruta.
El regreso lo hemos de realizar por el mismo camino.